UNIDAD DIDÁCTICA 1. ACTITUDES ANTE LAS
PERSONAS CON DISCAPACIDAD
CONTENIDOS:
1. LAS ACTITUDES SOCIALES Y LA INTEGRACIÓN
2. LA MODIFICACIÓN DE ACTITUDES HACIA LA
DISCAPACIDAD
3. LAS ACTITUDES DEL EDUCADOR HACIA LA DISCAPACIDAD
OBJETIVOS
1. CONOCER CUALES SON
LOS ASPECTOS RELACIONADOS CON LA INTEGRACIÓN DE PERSONAS CON DISCAPACIDAD.
2. DESARROLLAR
ESTRATEGIAS Y PAUTAS DE INTEGRACIÓN EN EL TRABAJO DE OCIO CON PERSONAS CON
DISCAPACIDAD.
3. DAR A CONOCER
ALGUNAS LINEAS METODOLOGICAS PARA EL TRABAJO CON PERSONAS CON DISCAPACIDAD.
4. INFORMAR SOBRE LOS BENEFICIOS DE UN CAMBIO DE ACTITUD HACIA LAS PERSONAS CON DISCAPACIDAD.
1. LAS ACTITUDES SOCIALES Y
LA INTEGRACIÓN
Como
reconoce Naciones Unidas en 1988, “las actitudes sociales hacia las personas
con discapacidad pueden suponer obstáculos más importantes para su inclusión en
la comunidad que los derivados de su propia deficiencia” (Naciones Unidas,
1988)
No podemos hablar de integración o de
normalización sin hablar de las actitudes sociales. Las leyes no aseguran el
éxito de la integración. Este viene definido, en gran parte, por el
comportamiento de los que rodean a la persona con discapacidad: padres,
educadores, compañeros, comunidad en general….y, como se reconoce en el
Programa de Acción Mundial (1988), las actitudes sociales pueden constituir el
obstáculo más importante a los objetivos de igualdad y de plena participación
en la comunidad.
La progresiva concienciación sobre las necesidad
de las personas con discapacidad ha despertado un interés hace poco más de de cincuenta años, con la
evaluación de actitudes sobre deficiencias específicas (principalmente ceguera)
y evoluciona hacia el estudio de las actitudes hacia la discapacidad en
términos más amplios. Desde 1970, con el movimiento hacia la integración
educativa, los estudios se centran en las actitudes hacia los procesos de
integración.
La actitud es un constructo psicosocial definido
por tres componentes: cognitivo, afectivo y conductual (Triandis, 1971; Krech,
Crustchfield y Ballachey, 1962)
El componente cognitivo se refiere a nuestras
ideas, creencias o percepciones sobre un referente actitudinal. Decir “Síndrome
de Down” automáticamente sugiere una serie de ideas (retraso mental, ojos
rasgados, dócil, cariñoso,…) que no tienen por qué ser verdaderas, ni
necesariamente estar basadas en datos objetivos o en nuestra experiencia
directa con estas personas.
El componente afectivo define el conjunto de
emociones asociadas a un pensamiento o idea, en el caso anterior, la imagen
mental de un niño con esas características puede hacernos sentir agrado, pena,
suscitar ansiedad o miedo, etc.
Con el componente conductual describimos las
acciones o tendencias de acción asociadas a los componentes anteriores. Pueden
ser de tipo abierto (contacto, evitación, ayuda, etc) o encubierto (rechazo y
desprecio callados, etc.) este último más difícil de detectar.
Estos tres componentes están estrechamente
relacionados, son interdependientes y aunque no seamos conscientes de ellos,
influyen sobre nuestra conducta.
Los procesos de formación de las actitudes son
complejos. En ellos intervienen factores hereditarios, psicológicos, las
“instituciones totales” (escuelas, familia, etc.), las experiencias directas y
la comunicación social (Mc Guire, 1969). Se aprenden gradualmente. Comienzan a
formarse alrededor de los 3 ó 4 años con la conciencia de sí mismo y la diferenciación de los otros. De la
familia se introyectan las primeras categorías y estereotipos, después tienen
una fuerte influencia los grupos de iguales, los medios de comunicación, etc. A
la edad de ocho años tenemos ya formadas categorías sobre los otros y actitudes
asociadas a ellas (Proshansky, 1966).
Las actitudes son adaptativas en la medida en
que nos ayudan a organizar nuestro
conocimiento sobre las cosas, definiendo elementos comunes que las caracterizan
y las agrupan en categorías y los patrones de comportamiento adecuados a cada
situación. No tenemos que probar, por ejemplo, las consecuencias de distintas
conductas ante la visión de una serpiente. Aunque nunca nos hayamos enfrentado
a esa experiencia, probablemente, la imagen mental se acompañará de algunas
ideas (peligro, picadura), emociones (miedo, ansiedad) y conductas (evitación,
alejarse lentamente, etc.) que nos permitirán, si llega el caso, actuar de la
forma adecuada. Pero en otras muchas ocasiones, las actitudes están basadas en
estereotipos (creencia de que un grupo de personas comparte elementos comunes:
los catalanes, los gitanos, los negros,…) y en etiquetas que dan lugar
generalmente a respuestas negativas o a confusión (Hollinger y Jones, 1970) y
que configuran prejuicios y relaciones destructivas para el colectivo referente
y para nosotros mismo. Así, por ejemplo, el primer contacto de un niño ante una
persona con discapacidad puede estar guiado por todo eso que han oído a toras
personas. Puede enfrentarse a esta primera experiencia con ideas preconcebidas
(los retraso son peligrosos, a veces muerden o se enfadas,…) emociones (miedo)
y conductas (rechazo, evitación, insultos…).
Las actitudes sociales afectan a las personas
con discapacidad a tres niveles (Altman, 1981):
-
En sus relaciones con los
iguales y con las personas significativas del entorno (amigos, compañeros de
clase, familia,) se configuran la autoestima y los procesos de socialización
del individuo. Las experiencias de falta de afecto, rechazo o aislamiento
repercutirán de forma negativa sobre la adaptación social y el desarrollo
psicológico de la persona con discapacidad.
-
En su relación con
profesores, médicos y otros profesionales de la comunidad, las actitudes
afectarán a la calidad de los servicios yo ayudas a que tendrán acceso (mejor
enseñanza, atención médica, etc).
-
Con relación a las personas
en general, pueden verse obstaculizadas en su integración social, laboral,
educativa, etc. Y en el logro de sus metas personales, como tener un empleo,
por ejemplo, y ser independiente (Safilios y Rothschild, 1987; Hollinger y
Jones, 1970).
Así pues, las actitudes sociales tienen un gran
interés para el tema que nos ocupa por varios motivos:
-
Por que las actitudes
sociales pueden constituir el mayor de los obstáculos para las personas con
discapacidad, mayor incluso que las limitaciones que pude imponer su
deficiencia.
-
Porque se ha demostrado la
existencia generalizada de actitudes negativas hacia la discapacidad. Es
bastante lógico pensar que nos desagraden las enfermedades, la idea de un
miembro amputado o de cualquier otra condición limitativa del ser humano. El
problema surge cuando estas actitudes negativas hacia la deficiencia se trasladan
hacia la persona que la padece, lo que sucede con cierta frecuencia.
-
Porque la mayoría de las
personas conocemos poco sobre la
discapacidad y sobre las personas que la sufren, nuestras actitudes están
habitualmente basadas en estereotipos y en ideas preconcebidas, que no tienen porqué ser ciertas y que, sin
embargo, guían nuestro comportamiento para con estas personas.
-
Cuando queramos integrar, a
través del ocio, a un grupo de personas
con discapacidad en otro grupo normalizado, deberemos “preparar el terreno”
antes, transformando las actitudes de este grupo en el sentido de la
tolerancia, de la aceptación y de la ayuda.
-
Integrar colectivos con
discapacidad en grupos de ocio tendrá a su vez repercusión sobre la mentalidad
de la comunidad, afianzando actitudes negativas o modificándolas. Ello
dependerá del modo en que realicemos estos procesos.
-
Conocer las actitudes
sociales nos permitirá transformarlas. Uno de los aspectos más importantes de
un programa de ocio y tiempo libre como el que proponemos es que nos dará la
posibilidad de contribuir con nuestra acción al cambio de mentalidad social.
-
El monitor ha de
reflexionar seriamente sobre sus propias actitudes hacia las personas con
discapacidad y hacia la integración, por
la repercusión que ello va a tener sobre el resto de las personas con que se
relacione. En su formación, hay que trabajar sobre el tema de las actitudes,
porque es mucho más complejo de lo que a simple vista parece y porque va a ser
más determinante que cualquier tipo de formación técnico-metodológica que
podamos darle.
Estamos de
acuerdo con Verdugo y Arias (1991) al afirmar que sólo con la ayuda de
toda la sociedad (actitudes sociales tolerantes) se conseguirá una integración
social efectiva de las personas con discapacidad. Y a este objetivo dedicaremos
los siguientes apartados.
2. LA MODIFICACIÓN DE
ACTITUDES HACIA LA DISCAPACIDAD
Como hemos visto, la actitud es un constructo
psicosocial en cuya formación intervienen múltiples elementos: experiencia
directa, medios de comunicación…..Por tanto, será lógico pensar en la
modificación de actitudes abordándolas desde distintos frentes (modificación
cognitiva de estereotipos, aprendizaje de conductas concretas y habilidades de ayuda hacia las personas con
discapacidad, identificación de emociones negativas como miedo, rechazo, etc.)
y combinando métodos que se ha mostrado eficaces de forma aislada:
-
INFORMACIÓN: para aportar
conocimientos sobre la discapacidad en general (tipos, características,
problemas y posibilidades, etc), sobre las personas con discapacidad (problemas
pero también capacidades y logros), sobre los servicios y ayudas existentes
(braille, manejo de silla de ruedas, conversores texto.-voz, etc), sobre las
actitudes sociales, etc.
-
OBSERVACIÓN DE MODELOS,
ENSAYO ENCUBIERTO Y ROLE-PLAYING sobre distintas situaciones de relación (en la
piscina, en una carrera de relevos, etc.) que nos permitan aprender habilidades
de relación adecuadas y modos de ayuda concretos.
-
SIMULACIÓN de situaciones
de desventajas: para apreciar las dificultades con que se encuentran las
personas con discapacidad en su vida cotidiana ( personas con deficiencia
visual, motora, etc) y observar las reacciones de evitación y/o ayuda de los
demás (Donaldson, 1980; Denfra, Durán y Verdugo, 1991).
-
DISCUSIÓN EN GRUPO, para
analizar los estereotipos y prejuicios más comunes (Yerxa, 1971), para comentar
las experiencias de simulación, etc. Las discusiones deben ser estructuradas
(Gottllieb, 1980), de los contrario pueden afianzarse actitudes previas (las
personas con prejuicios afirmarían su actitud negativa).
- CONTACTO con personas con discapacidad: indirecto (videos, libros, ect.) y directo. Las experiencias de contacto directo con personas con discapacidad ayudaran a modificar actitudes. Para ello se han de reunir ciertos requisitos. El contacto debe ser prolongado y frecuente, en condiciones de cooperación e igualdad- no competitivo ni de dependencia (Johnson y Johnson, 1986) y estructurado (Donaldson, 1980). Es deseable que la persona con discapacidad posea determinadas características (Salen, 1990): positiva, competente, independiente, con habilidades de comunicación, status y edad similar a los del grupo que puedan compartir, con las personas a quien se desea modificar actitudes, experiencias e intereses similares.
Los medios (televisión, prensa, etc.) tienen un
poder impresionante en la configuración de estereotipos y prejuicios. A veces
presenta a las personas con discapacidad en grandes titulares sensacionalistas
(¡Un retrasado mental es atracado por un caco!) en los que condición de
discapacidad no tiene nada que ver para la información que se transmite, o se
resalta en exceso (en una gran fotografía) o se acompaña de tanto
sentimentalismo, que ofrecen una imagen solitaria y triste de la persona con
discapacidad, que en nada favorece las actitudes de aceptación y tolerancia de
los que reciben la noticia.
Los medios de comunicación influyen sobre la
mentalidad social. Si cuidamos la información que transmitimos y el modo en que
lo hacemos, podemos convertirlos en un poderoso mecanismo para transformar
actitudes. Ofrecer información pertinente (hablar de la acción que interesa, no
de la cotidiana) y natural (sin mitos, ni grandilocuencias, sin
sentimentalismo), junto con una perspectiva optimista de la persona con
discapacidad (mostrar su lado positivo) ayudará al cambio de mentalidad social
hacia actitudes más abiertas y tolerantes.
3. LAS ACTITUDES DEL
MONITOR HACIA LA DISCAPACIDAD
- ¿Crees
que las personas con discapacidad se desenvuelven mejor en trabajos sencillos y
repetitivos y los preferirán a otros que supongan un mayor reto?
- ¿Si les damos trabajo, las personas con
discapacidad serán productivas, o solamente estaremos respondiendo al objetivo
de ofrecerles una ocupación a la que tienen derecho?
- ¿Tienen derecho al matrimonio, a tener hijos,
a votar,… o permitirles estas cosas dependerá del tipo y/o grado de
discapacidad que tengan?
- ¿Te gusta estar cerca de las personas con
discapacidad o te sientes violento?
- ¿Estás mejor en presencia de un tipo de
discapacidad que de otro?
- La visión de un joven con bastón, ¿te inspira
lástima, o sentimiento de protección, agrado,…?
- ¿Crees que las personas con discapacidad
tienen problemas emocionales?
- ¿Te implicas como voluntario para hacer una
“buena acción” en tus ratos libre y ser monitor de chicos con discapacidad, o
estás dispuesto a integrales realmente en tu mundo, en tu grupo de amigos, en
tu vida cotidiana,…?
Es difícil contestar a todas estas cuestiones.
Nos plantean dudas importantes, seguramente encontrarás que tú también tienes
ideas estereotipadas sobre algunas discapacidades, y no sabrás ni a partir de
qué datos las has construido. Con todo, este es un buen comienzo. La duda, la
reflexión con tu equipo sobre estos temas, ayudarán a madurar o, cuanto menos,
a reconocer que todos y cada uno somos en algún grado intolerantes, ¡pero
podemos cambiar si las personas realmente nos interesan tanto como pretendemos!
Las personas que trabajamos en el ámbito de la
discapacidad también tenemos que reflexionar sobre nuestras actitudes. En algún
momento nos sorprenderá descubrir que tenemos ideas contradictorias, poco
definidas o incluso negativas en algunos temas: ¿esterilización para
personas con retraso mental?,
¿relaciones sexuales?, ¿matrimonio?. Por otro lado, deberemos ser especialmente
cautos con los estereotipos que transmitimos a los demás en el transcurso de
nuestra acción (por ejemplo: “los síndromes de Down son cariñosos y
sociables”).
Es importante que dentro del equipo de trabajo
se definan espacios concretos para el debate sobre estos temas. Espacios que
permitan detectar, analizar y modificar las actitudes negativas y estereotipos
dentro del equipo de profesionales. Es esencial que cada uno reflexionemos
sobre nuestras propias actitudes hacia la discapacidad, sobre los motivos que
nos animan hacia el trabajo con estas personas y sobre los compromisos que
adoptamos al implicarnos en estos proyectos (respeto, confidencialidad,
derechos, deberes,…). De ello va a depender el éxito de nuestro trabajo y la
calidad de los programas que con tanta
ilusión ponemos en marcha. Entender el papel que representamos en el
cambio de mentalidad social ayudará a mantener la motivación, la satisfacción
persona y el entusiasmo.
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